¿Se puede detectar el autismo durante el embarazo?

El autismo es uno de los trastornos del desarrollo que más atención está recibiendo en los últimos años, y también el más desconcertante para los científicos.

Embarazo y Autismo

Algunos lo han considerado como uno de los retos más importantes de las neurociencias, junto con la esquizofrenia, ya que en ninguno de los dos casos, las teorías explicativas, ni los hallazgos encontrados hasta la fechan, han sabido explicar adecuadamente estos fenómenos.
Con respecto al autismo, uno de las teorías explicativas que ha estado recogiendo más apoyos experimentales en los últimos años es con respecto a la sobre-masculinización del cerebro.
El autor de esta teoría defiende que el cerebro de una persona con autismo, se parece más al masculino, pero potenciado en alguna de sus capacidades, y a su vez, potenciado las limitaciones de este tipo de cerebro frente al femenino.
La teoría se basa en datos anecdóticos, sobre las diferencias cerebrales hombre-mujer, e incluso en las diferencias en cuanto al número de casos de varones diagnosticado como autistas, frente a las féminas.
Proceso que debería de suceder durante las primeras semanas del embarazo, y que se podría constatar con los distintos niveles hormonales a los que estuviese expuesto el bebé, pero ¿Se puede detectar el autismo durante el embarazo?

Cerebro y Autismo

Esto es lo que trata de averiguarse a través de un reciente estudio realizado por el Hospital Real de Mujeres, la Universidad del Oeste de Australia, la Universidad de Melbourne y la Universidad Curtin(Australia) cuyos resultados han sido publicados en la revista científica Journal of Neurodevelopmental Disorders.
Para ello entre 1989 y 1991, se analizaron el contenido de los cordones umbilicales de 860 mujeres que acaban de dar a luz. Se buscaron marcadores hormonales en la sangre, en concreto los niveles de estrógenos citados por algunos estudios y por la teoría de la sobre-masculinzación del cerebro, en el caso del autismo.
Pasados casi veinte años de esta primera fase del estudio se ha contactado con estos pequeños, para comprobar cuántos de ellos habían presentado síntomas del autismo, para ello se empleó un cuestionario estandarizado denominado Autism-spectrum quotient (AQ), para aquellos que no tenían ya un diagnóstico clínico de Trastorno del Espectro Autista (TEA).
De todos ellos, se extrajeron los datos de 183 varones y 189 féminas, de los cuales se analizaron y compararon los resultados de los niveles hormonales tanto de andrógenos como estrógenos en el momento de nacer, para comprobar si estos resultados podrían ser predictivos del surgimiento del TEA.
Se observaron diferencias significativas en el grupo de varones, en cuanto a una mayor presencia de andrógenos, frente a las féminas.
Pero estos resultados no resultas significativamente diferentes de los obtenidos por los varones sin diagnóstico ni sintomatología autista.
Por lo que los resultados van en contra de la teoría de la super-masculinización del cerebro, al no encontrar diferencias entre varones.
Igualmente el informe indica de diferencias significativas a nivel hormonal entre el grupo de mujeres con y sin sintomatología autista, aunque no indica qué posibles implicaciones pueda tener en este trastorno.

Masculinizacion y Autismo

A pesar de los resultados, los autores del estudio no plantean ninguna teoría explicativa sobre estos niveles diferenciales encontrados, ni de las posibles vías de influencia de estos en el desarrollo del bebé y de sus capacidades.
Igualmente hay que señalar que se trata todavía de un estudio exploratorio, que no sirve como método de diagnóstico, ni tampoco es útil para desarrollar ningún tipo de tratamiento farmacológico con lo que tratar de controlar los distintos niveles hormonales y con ello sus resultados.
Previamente al tratamiento es preciso conocer mejor cuáles son los factores que intervienen y cómo afectan a las distintas partes del desarrollo, especialmente al cerebro del bebé, para una vez conocido, poder establecer hipótesis de intervención.
Señalar igualmente que exista una predisposición genética, o una base biológica de esta enfermedad, no menosvalora el papel medioambiental en el mismo, tanto como potenciador o limitador de las posibilidades del pequeño. Donde el papel de los progenitores, y sobre todo de la estimulación adecuada que puedan proporcionar o dejar de ofrecer al pequeño, parece ser un factor determinante en el avance del trastorno del desarrollo.