Racismo, ¿Puede la persona ser delatada por la amígdala?

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El racismo es la posición que supone sentirse identificado con una raza, normalmente la propia, considerando al resto de las mismas “inferiores” o cuanto menos “diferentes”

Sobre el Racismo

Basado en ese racismo se han “justificado” todo tipo de acciones más o menos violento, basado en el sentimiento de grupo racial otorgado por el color de la piel.Si bien se puede considerar como “instintivo”, se trata de un aspecto cultural y aprendido tal y como lo muestra los lugares con un ambiente multicultural, con mezclas de razas, donde los pequeños crecen viendo “normal” cualquier raza o mestizaje de la misma. Muchos son los países que han tenido que “aprender” a aceptar a personas de otras razas, ya sea por una circunstancia u otra, se han convertido en ciudadanos más y por tanto, con el tiempo y la educación se debería de llegar a verlos como uno más.
Así los pueblos eminentemente formados o receptores de emigrantes, son los que más acostumbrado a esta convivencia multicultural, a pesar de ello, entre sus miembros siempre hay quien siente que su raza o color de piel le otorga una especie de estatus “superior” al resto.Algo difícil de evaluar, ya que en estas culturas está “mal visto” mostrarse con sentimientos de racismo, por lo que se trata de disimular por lo menos para mantener las apariencias, pero  ¿Puede la amígdala delatar el racismo?


https://youtu.be/oej8Ngng2-k

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Cerebro y racismo

Esto es lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada conjuntamente desde la Universidad de Nueva York, el Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Universidad de Yale cuyos resultados han sido publicados en el 2018 en la revista científica Journal of Cognitive Neuroscience.
Se llevaron a cabo dos estudios, en el primer estudio participaron catorce adultos de los cuales siete eran mujeres, mientras que en el segundo estudio participaron trece adultos de los cuales seis eran mujeres, todos ellos, tanto los hombres como las mujeres eran de raza blanca.
En el primer estudio se presentaron rostros de personas blancas y negras sin ningún tipo de emoción, y todas desconocidas para los participantes; en el segundo estudio se presentaron rostros de pe personajes conocidos, figuras destacadas del deporte, la música o el cine tanto negros como blancos.
A todos los participantes se les realizó un medida de la actividad neuronal mediante resonancia magnética funcional.
Igualmente se evaluó la respuesta de sobresalto ante el estímulo presentado a través de la evaluación del parpadeo empleando para ello la electromiografía.
Además se les hizo pasar por un procedimiento de evaluación de las actitudes implícitas mediante el Implicit Association Test (IAT).


Amígdala y racismo

Los resultados muestran una sobreactivación de la amígdala ante la presencia de imágenes de rostros de personas del “color contrario” al del participante, no mostrándose esta sobre activación cuando las imágenes de rostros contemplados se correspondían con la raza del participante.
Esto no quiere decir que ante una cara “conocida” o de la misma raza, no vaya a reaccionar, si no que la reacción “emocional” provocada es superior cuando la imagen de la persona es de una raza diferente al del participante.
A pesar de que en el reconcomiendo del rostro participen otras regiones cerebrales, únicamente resultó significativa la activación de la amígdala en función de la raza de los estímulos presentados.
Igualmente se obtuvieron correlaciones positivas entre las evaluaciones de la resonancia magnética funcional, el IAT y la electromiografía, por tanto el uso de cualquiera de los tres sería válido para la detección del racismo.
Como novedad en los resultados, es que la familiaridad de los personajes, relacionados con aspectos positivos, ya que eran “famosos” en su ámbito, muestra una reducción del racismo en la evaluación, es decir, las experiencias positivas con una raza hace que estas se vean menos “diferentes” que si no se tienen dichas experiencias.
Entre ellas limitaciones del estudio está el analizar únicamente la reacción ante imágenes de cara y no de cuerpo entero, igualmente no se separaron a los participantes en función de si residían en un ambiente o no multicultural.
Igualmente no se realizó el estudio con personas negra para que visionasen y evaluasen rostros de personas blancas o negras para conocer si el racismo también se da en esta población.
A pesar de lo anterior, y después de décadas luchando contra el racismo en un país eminentemente de inmigrantes como es EE.UU. todavía perdura entre su población este sentimiento “inconfesable” que está en la base de las conductas discriminatorias.
Así, aunque la persona no sea consciente, le será más fácil ayudar e incluso contratar a otro de su misma raza antes que a uno de otra raza.
Algo que parece “lógico” entre las minorías como forma de mantenerse como “pueblo” y de dar oportunidades que en otras circunstancias sería difícil, pero que va en detrimento de la integración, ya que cuanto más se fortaleza el sentimiento de grupo de una comunidad, menos posibilidades de que esta se abra a nuevos miembros.
Además la posibilidad de conocer que nuestro cerebro responde la “verdad” frente al convencionalismo social permite comprender hasta qué punto son efectivas o no las campañas anti-racismo, y en caso de no funcionar estas, habría que pensar cómo mejorarlas para que poco a poco se fuese diluyendo este racismo.

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