Categoría: Psicología Social

Temática de la Psicología Social

  • Diferencias en géneros frente a la injusticia en la empresa.

    Diferencias en géneros frente a la injusticia en la empresa.

    Injusticia en la empresa: Cuando se vive una situación injusta algunos deciden callarse y aguantar, mientras que otros buscan la venganza ¿pero existen diferencias en función del género?

    Uno de los problemas más importantes a los que se tienen que enfrentar las empresas y la sociedad den general es la corrupción, y más aún cuando alguien usando su estatus abusa de otra persona, ya sea verbal o físicamente.
    Algo que para todos es del todo intolerable, pero cuando estas conductas se dan dentro del ámbito laboral, las reglas parecen cambiar, y aquello que no podemos callar y rápidamente denunciamos, cuando es en el trabajo somos capaces de transigir y hasta de justificar.
    Sobre todo cuando ese abuso proviene de una persona de mayor autoridad, por ejemplo de un jefe, o responsable de área, y más cuando es otro quien lo sufre.
    Comportamientos ya sean puntuales o de acoso laboral o Mobbing, que tiene consecuencias en quien lo sufre, ya no sólo en su autoestima, sino también en sus relaciones sociales e incluso puede ser fuente de trastornos como la depresión mayor o de enfermedades psicosomáticas.
    Y todo el con la «complicidad» de los compañeros de trabajo, que lejos de defender a la víctima, llegan incluso a «justificar» aquel comportamiento vejatorio.
    La «lógica» de esta justificación, radica en la idea de que «mientras sea otro quien lo reciba…», ya que si denuncia probablemente pueda poner en riesgo la estabilidad de su propio puesto de trabajo.
    ¿Pero reaccionan lo mismo hombres y mujeres ante un abuso por parte de la autoridad?

    Tratando de dar respuesta a esta cuestión se ha llevado a cabo una investigación que se realizó conjuntamente entre la Universidad Adekunle Ajasin y la Universidad de Ibadan (Nigeria) publicado recientemente en Europe’s Journal of Psychology.
    En el estudio participaron 703 sujetos, de los cuales 460 eran mujeres frente a los 243 hombres, todos ellos empleados del mismo organismo público.
    A todos los participantes se les dio un cuestionario a responder de forma anónima, con indicación de que sus respuestas no tendrían ninguna repercusión en su puesto de trabajo.
    En el cuestionario además de recoger los datos sociodemográficos, la categoría y estabilidad laboral, y el nivel educativo del participante, se evaluaron una serie de items que se intentaron analizar la correlación entre ellos.
    Así se analizó la percepción de injusticia de la organización, la reactividad laboral, la tendencia a la corrupción, la tendencia a la venganza violencia, la tendencia a la venganza contra la organización y la tendencia a la venganza hacia sus miembros.
    Los resultados informan de una mayor tendencia de las hombres a vengarse de la organización y no tanto de sus miembros. En la misma línea los hombres mostraron más tendencia a la violencia que las mujeres, algo que ya se había observado en otras investigaciones anteriores. En cambio los hombres son los más tolerantes ante las conductas de violencia que observan dentro del puesto de trabajo, viéndolo como «normal y aceptable». Los autores tratan de dar explicación a estas diferencias de género debido al modelo de socialización recibido, donde al hombre se le permiten mayores exhibiciones de violencia que a las mujeres.
    Un resultado sorprendente fue el encontrar que las mujeres tienden a exhibir los mismos comportamiento de corrupción que los hombres, no encontrándose diferencias significativas entre ambos, algo que va en contra de lo hallado en investigaciones propias y que los investigadores tratan de «justificar» debido a la presión económica a la que están sometidos las trabajadoras.

    Viéndose incrementado especialmente en mujeres la conductas de venganza contra la organización y contra sus miembros, de violencia directa y de corrupción, cuando aumentaba el sentimiento de haber sufrido un trato injusto dentro de la organización.
    Hay que tener en cuenta que los resultados del estudio pueden ser extrapolados otras sociedades donde exista una marcada dominancia masculina, tal y como indican los autores del estudio.
    Ogungbamila, B. y I. Bola Udegbeb, I.B. (2014). Gender Differences in the Effects of Perception of Organizational Injustice on Workplace Reactivity. Europe’s Journal of Psychology.

  • La testosterona facilita la cooperación en vez de la agresividad

    La testosterona facilita la cooperación en vez de la agresividad

    Tradicionalmente la testosterona ha sido vinculada con la agresividad, pero ¿Es posible que también pueda producir un comportamiento prosocial?

    Uno de los comportamientos tradicionalmente atribuidos al mundo animal a diferencia del humano es el de la agresividad como medio de subsistencia, ya sea con sus semejantes para conseguir y mantener un determinado estatus, como con sus presas.
    En humanos, a pesar de que existen “rasgos” de agresividad en alguno de nuestros comportamientos diarios, como gritar al que realiza un adelantamiento indebido, estos no llegan a manifestarse como una amenaza para nuestros semejantes, todo ello gracias a la socialización, es decir, la interiorización de valores y códigos de conducta, que permiten la convivencia en sociedad.
    La agresividad se ve fomentada en determinados momentos de escasez de recursos, o cuando se está ante un peligro inminente, igualmente el sitio donde se vive, por ejemplo en un barrio inseguro, puede acentuar esa agresividad interna como medio de sobrevivir ante un medio hostil, pero ¿De dónde “sale” nuestra agresividad?
    Algunos teóricos señalan a reminiscencias de los tiempos de las cavernas, donde la línea que nos separaba del mundo animal era muy fina, y en donde se regían por los mismos comportamientos instintivos para alcanzar un estatus y mantener su territorialidad. Algunos autores distinguen precisamente entre agresividad, entendida como algo “útil” para el individuo, y la violencia, como una conducta destructiva sin ningún fin en sí misma, aunque sus manifestaciones en peleas o agresiones a otro puedan a veces llevar a confusión.
    El origen de la agresividad es multifactorial, ya que se debe tanto a un componente genético, como social y educacional, facilitado por el consumo de determinadas sustancias  estimulantes, así como por algunos estados mentales distorsionados, como en el caso de los maniacos-depresivos, paranoides o psicóticos.
    En humanos, durante muchos años se ha atribuido a la testosterona, como la responsable de la presencia de la agresividad, lo que explicaría porqué en la juventud que tiene los niveles más elevados de testosterona se muestran los comportamientos más agresivos, aunque también se ha observado cómo la agresividad genera mayores niveles de testosterona, por lo que no está claro cuál es el desencadenate de los dos.

    Los estudios inicialmente llevados a cabo en hombres castrados indicaban que su menor agresividad se debía precisamente a la ausencia de testosterona, pero la administración de distintos niveles de testoterona soluble no muestran un incremento de la agresividad, por lo que se considera que es un elemento necesario pero no suficiente.
    Recordar que la testosterona, a pesar de ser una hormona presente principalmente en el hombre, no es exclusiva de él, ya que también la mujer la produce y se vé sometida a sus efectos.
    Aunque existen grandes diferencias en cuanto a la expresión de la agresividad según el género, siendo más explosivo y directo en el hombre, llegándose a enfrentar “cuerpo a cuerpo”, mientras que en la mujer es más sutil y en ocasiones psicológico, produciendo el mismo o mayor efecto que el que se consigue con “los puños”.
    Como se ha indicado hasta hace unos años, se consideraba que a mayores niveles de testosterona mayor conducta agresiva exhibida, para lo cual se medían los niveles de ésta hormona en centros penitenciarios o se administraba de forma soluble a voluntarios.

    Actualmente se está poniendo en cuestión dichos resultados, observando cómo la presencia de testosterona ayuda a tener un mayor juicio de valor a la hora de tomar decisiones, pero también puede llevar a a un comportamiento prosocial, al menos así lo afirma un estudio de la Universidad Erasmus de Rotterdam (Países Bajos) publicado el 2014 en la revista científica Psychologial Science.
    En el mismo se analizó el comportamiento de 54 mujeres a las cuales a la mitad se les administró testosterona diluida, mientras que al resto se le daba un placebo, observándola en dos tipos de tareas, una que implicaba competitividad y otra que no.
    Los resultados informan que en aquellas tareas de tipo colaborativo, las mujeres que habían bebido testosterona estuvieron más dispuestas a colaborar que las que tomaron placebo, desmintiendo con ello el efecto negativo de la testosterona en todos los casos, como agente “incitador” de la agresividad.

  • Encontrada relación entre el altruismo y el cuidado informal

    Encontrada relación entre el altruismo y el cuidado informal


    Un reciente estudio explica los motivos por los que una persona se convierte en cuidador informal de un familiar que padece una demencia como el Alzheimer.

    Altruismo Alzheimer

    La demencia, entre las que se encuentra el Alzheimer, es una enfermedad neurodegenerativa irreversible, por la cual se pierden funciones cognitivas y musculoesqueléticos que se puede producir tanto en jóvenes como en mayores. Aunque a veces se puede llegar confundir por parte de los familiares con un proceso «natural» de envejecimiento y por ende, de pérdida de funciones y capacidades siguiendo una pendiente decreciente a partir de la madurez.
    Ésta enfermedad puede surgir por la presencia de otra previa como la enfermedad de Huntington, Esclerosis Múltiple, Parkinson, o bien provocadas por lesiones craneales, tumores cerebrales o por un consumo excesivo de alcohol.
    Sea cual sea su origen, al ser un proceso degenerativo irreversible, los familiares se plantean cómo atender al paciente, ya sea con ayuda profesional o en lo que se ha llegado a denominar el cuidado informal, esto es, una persona o varias que se turnen, se hacen cargo del cuidado y atención del paciente, normalmente a expensas de «sus propias vidas», esto es, renunciando a buena parte de su actividad social y por supuesto laboral, por un cuidado «intensivo» del paciente con demencia.
    Si hasta ahora se entendía que la decisión del cuidado profesional o informal, era más bien una cuestión económica, en el que la familia tras «echar cuentas» decidía si podía pagar los gastos que un cuidado profesional requiere, ya sea al ingresarlo en un centro especializado, o al personal externo cualificado que le cuide.



    Cuidado Alzheimer

    Un estudio realizado conjuntamente por el Centro Científico de Salud Texas A&M y  la Universidad Estatal de Washington (EE.UU.) publicado recientemente en el International Journal of Social Science Studies.
    En el estudio participaron 270 familiares con pacientes diagnosticados con demencia de una base de datos de 1.770 pacientes de edades de 70 o más años provenientes de la base de datos de ADAMS.
    Los resultados informan que las personas casadas tienden a cuidar a sus parejas independientemente de otras cuestiones como las económicas o demográficas.  Con respecto a la demografía, los hispanos y los «blancos» son los que más hacen uso del cuidador formal. Un resultado sorprendente es que las cuestiones económicas tienen menos peso del esperado, no resultando significativo a la hora de tomar la decisión entre el cuidado formal y el informal, depende más del altruismo del familiar que se va a hacer cargo del cuidado informal del paciente con demencia.
    Todo lo anterior, no hace sino dejar constancia del incremento de la atención informal por parte de familiares, sobre todo cuando existe un vínculo de matrimonio entre paciente y cuidador, así como cuando el cuidador exhibe altos niveles de altruismo.


    Cuidador Alzheimer

    El artículo cuestiona que ésta tendencia al cuidado del paciente con demencia, tan propia de nuestra cultura, sea adecuada y sobre todo eficaz en comparación con el cuidado profesional.
    Lo que deja en evidencia la necesidad de formar a los cuidadores, para que éstos, ya sea por una razón de cariño, altruismo o económica, puedan atender a su familiar en condiciones, sin que suponga una pérdida de atención en comparación con la que podría proporcionar un profesional.
    De ahí la conveniencia y la necesidad de realizar cursos de formación específica para familiares, tanto para el cuidado del paciente con demencia, como para su propio cuidado, es decir, cursos de «cuidar al cuidador», ya que se ha observado cómo el cuidado a largo plazo, conlleva una merma en la salud del cuidador acompañado de cierto aislamiento social, que al final deriva en una peor calidad asistencias que proporciona al paciente con demencia.


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  • ¿Sabes que el trabajo temporal se asocia a padecer insomnio?

    ¿Sabes que el trabajo temporal se asocia a padecer insomnio?


    Una nueva investigación constata que el trabajo temporal aumenta tanto el riesgo de padecer problemas asociados a la salud como las conflictividad laboral.

    El mundo laboral está cambiando en los últimos años hacia un mayor «dinamismo» en el puesto de trabajo, esto significa que el concepto que hasta ahora se tenía de un puesto fijo de por vida, se ha ido sustituyendo por otros temporales, en función de los clientes esperados por parte del empleador.
    Aunque a veces, la cualificación y preparación específica para un determinado puesto supone una importante inversión por parte de la persona y de la propia empresa encargada de formarle, cuando hay que enfrentarse al dilema de optimizar los resultados, a veces se tiende a «flexibilizar» la plantilla. Aunque existe muchas formas de abordar dicha «flexibilización», casi todas incluyen la temporalización del trabajo, y con ello el aumento de la incertidumbre, por parte de los trabajadores, los cuales, además de tener que rendir en su puesto, tienen un estrés añadido en no saber si en la siguiente «temporada» van a seguir en la misma empresa, o tienen que empezar a pensar en «echar currículums».
    Si ya de por sí el estrés continuado debido al trabajo es negativo, a medio y largo plazo, ya que va a tener consecuencias en la salud; cuando a ello se le añade la incertidumbre de la continuidad en el puesto, esto va a hacer que se aumenten aún más los niveles de estrés que va a sufrir el trabajador.
    Lejos de depender de la vivencia e historia personal de cada uno, estos efectos del estrés continuado van a repercutir tanto en su salud física como mental, exponiendo al trabajador a sufrir enfermedades que de otra forma no tendría porqué padecer, lo que a su vez va en contra de sus posibilidades de renovación, ya que si tiene que pedir bajas médicas repetidamente se ve en desventaja a la hora de que le vuelvan a llamar, frente a otro trabajador que no «se enferme tanto».
    Igualmente el estrés está relacionado con un mayor caso de insomnio, lo que a su vez va a repercutir en que al no haber descansado correctamente se tiene un nivel de tolerancia y capacidad de atención menor, con peor desempeño en tareas cognitivas, y mayor irritabilidad, todo lo cual puede conducir a que el desempeño general se vea mermado, y con ello, nuevamente, se merman sus posibilidades de renovación cuando se tiene un trabajo temporal, frente a otros trabajadores que mantengan o mejoren sus niveles de desempeño laboral.
    Igualmente la mayor irritabilidad puede generar que el ambiente de trabajo se vea enrarecido y viciado, con altos niveles de suspicacia por parte del trabajador que padece esos episodios de insomnios lo que va facilitar que se generen tensiones con los compañeros e incluso con el jefe, dando lugar a un mayor número de casos de conflictividad laboral.



    Así al menos lo constata un reciente estudio realizado por la Universidad de Nihon (Japón), recientemente publicado en Archives of Environmental & Occupational Health.
    En el estudio participaron 37.646 empleados, a los cuales se les separó en función de si tenían un trabajo fijo o temporal y se observó su nivel de conflictividad laboral así como el número de casos de insomnios padecidos durante un año.
    Los resultados son claros, tanto en conflictividad laboral como en insomnio se producen en mayor grado en aquellos trabajadores que tienen puestos de trabajo temporal frente a los que gozan de un puesto fijo, donde a pesar de comprobarse la relación entre la conflictividad laboral y el insomnio, el número de casos es significativamente inferior.

  • ¿Riesgos de la salud mental en la migración?

    ¿Riesgos de la salud mental en la migración?


    Una de las preocupaciones de las autoridades de los países es la salud mental en la migración, ya que se ha observado cómo existen más casos de afectados.

    A nadie se le escapa que migrar, sobre todo cuando es por necesidad, es una decisión dura y difícil, máxime cuando se deja a la familia atrás. Llegar a un país nuevo, con costumbres y lenguas desconocidas hace que uno se sienta «descolocado», sin saber qué y cómo hacer.
    Incluso cuando se comparte la lengua y algunas costumbres, cambiar de lugar de residencia, buscar casa, trabajo y empezar «desde cero», supone una situación de estrés, que de mantenerse, puede desencadenar en la aparición de enfermedades mentales.
    La añoranza por su tierra añorada y por el cariño de sus familiares que quedaron atrás puede fácilmente generar sentimientos de desesperanza que conduzcan a estados de ánimos decaídos y de ahí a la depresión.
    Una vivencia que en ocasiones pasa de ser individual a convertirse en el sentir de un «pequeño grupo» definido por sus orígenes, cultura o lengua.



    Las minorías suelen presentar un comportamiento de «autodefensa» de su identidad y cultura, cerrándose sobre sí mismo, en muchos casos no permitiendo que ningún no miembro de su comunidad pueda ver ni compartir de sus prácticas y tradiciones, lo que puede llevar a aumentar el sentimiento de falta de integración de sus miembros.
    En ocasiones la cultura «mayoritaria» prima sobre las demás, provocando que las minorías se concentren en «guetos» o en barrios dentro de las ciudades, en donde expresarse libremente en su forma de ser, pensar y comportamiento, alejado de las opiniones y comentarios de los demás con los que no comparte su ideología, religión o lengua, como si de una «burbuja» se tratase.

    Un reciente estudio realizado por Tilburg Unversity (Paises Bajos) publicado en Europe’s Journal of Psychology analiza la cuestión de la salud mental de los inmigrantes prestando especial atención a los antecedentes familiares que pudieran incidir, para determinar el riesgo de la salud mental en la migración.
    En la línea de los estudios previos donde hallaban una relación de casi tres a una, entre inmigrantes y «nativos» del lugar, de forma que un inmigrante tenía tres veces más posibilidades de padecer trastornos como la esquizofrenia.
    En el estudio se analizaron a 62 inmigrantes frente a no inmigrantes, evaluando mediante pruebas estandarizadas de salud mental, así como el historial familiar de trastornos.
    Los resultados arrojan que los inmigrantes muestran más trastornos psicóticos tanto si tienen o no antecedentes familiares, aunque cuando estos se dan, el porcentaje de afectados es superior, grupo que además muestra un mayor número de situaciones de riesgos para la salud como el consumo de sustancias, así como sentimientos de ansiedad y depresión, percibiendo su situación como desesperanzadora.
    El estudio concluye que los inmigrantes que ya tienen en su familia antecedentes de problemas psicóticos son más sensibles de sufrirlo debido a la exposición crónica ante una adversidad social, que en circunstancias «normales» no se presentaría, o de hacerlo sería en menor grado.

    Queda pues corroborado la relación entre los factores ambientales y la genética en la aparición de trastornos como la esquizofrenia, donde a pesar de la importancia de la herencia es preciso que existan suficientes elementos «externos», como en éste caso, el de la inmigración y todo lo que conlleva, para poner en riesgo salud mental en la migración.

    Bibliografía Recomendada:
    Van der Stelt et al. (2013). Migration Status, Familial Risk for Mental Disorder, and Schizotypal Personality Traits. Europe’s Journal of Psychology 

  • ¿Qué explica las diferencias de Inteligencia, la genética o la cultura?

    ¿Qué explica las diferencias de Inteligencia, la genética o la cultura?

    La inteligencia ha sido definida tradicionalmente como la capacidad de resolución de forma satisfactoria de una serie de cuestionarios «estandarizados» para la población «diana» determinado por la genética, pero ¿Cual es el papel de la cultura?.

    Esto quiere decir, que el cuestionario o test ha sido validado con muestras menores antes de administrarse a la población general, y que cuenta con validez interna y externa, es decir, mide lo que se quiere medir, y además está especialmente diseñada para un determina colectivo y rango de edad.
    Si bien el uso de los cuestionarios de inteligencia surgieron ya en el siglo XIX, han sido muchos los detractores de estas pruebas por considerarlas «injustas», al querer evaluar a toda la población «por el mismo rasero».
    A principios del siglo pasado se creó una polémica sobre los estudios realizados por las fuerzas armadas que analizaban la relación entre la inteligencia y la raza, es decir, analizaban los resultados obtenidos entre la población americana en función de si el participante era blanco o negro, y entre los «nativos» americanos y los inmigrantes, concluyendo que los blancos de procedencia anglosajona tenían mejores resultados que otros grupos raciales y que los inmigrantes cuya lengua materna no era el inglés. Todo ello motivó la modificación de las políticas educativas encaminadas a «compensar» dichas diferencias.
    Estudios posteriores dejaron en evidencia dichos resultados debidos a los «fallos» en las pruebas empleadas los cuales no tenían en cuenta el «argot» propio de las población diana que se quería analizar, siendo necesario adaptar dicho test en función de a quién se dirigía.
    En los últimos meses se ha creado un gran revuelo en EE.UU. con respecto a la medida de la inteligencia. Un reciente estudio indica que los latinos (americanos de procedencia hispana) muestran niveles de inteligencia por debajo de los blancos y por encima de la de los negros. Unos resultados que han «encendido» a los medios de comunicación y movilizado a la población, en contra de éste «racismo intelectual», que resalta las diferencias y pone a unos sobre otros.


    https://youtu.be/vwVEvi_FFiE

    El coeficiente de inteligencia es una medida de nuestra capacidad de resolución de una serie de pruebas diseñadas y preparadas por los psicólogos, las cuales siguen unas estrictas normas de control establecidas por la psicometría (ciencia de la medida) de forma que sus resultados son válidos y fiables para la población que se aplica.
    Gracias a ello, se puede predecir el nivel de éxito académico, y con ello también el futuro profesional de los alumnos, mucho antes de que éstos sean capaces de ser conscientes de sus habilidades y posibilidades; igualmente se usa en el campo de la selección de personal como encontrar al candidato ideal para el puesto, que no tiene porqué ser ni el mejor cualificado ni el que más experiencia tiene.
    A lo largo de los años se ha ido perfeccionando y mejorando la psicometría de forma que su fiabilidad es bastante alta, es por ello que las empresas deciden «su futuro» en función de los resultados de las evaluaciones realizadas por los servicios de Recursos Humanos.
    El concepto mismo de inteligencia ha sido cuestionado, entendiéndose que no es algo unitario sino que existen inteligencias múltiples, inteligencia espacial, inteligencia verbal, inteligencia matemática, inteligencia musical,… En los últimos años ha prestado especial atención la inteligencia emocional, la cual está muy relacionado con la relación materno-filial y el estilo educativo familiar.
    Otra polémica sobre la inteligencia es la que tiene que ver sobre la «base» de la misma, actualmente y después de grandes discusiones entre los que defendían un origen ambiental frente a los de origen genético, actualmente se considera que el 80% de la inteligencia es de base genética y que su desarrollo y potencialidad queda sujeto al esfuerzo y dedicación del 20% restante. Un reciente estudio conjunto realizado por Universidad VU de Amsterdam, Universidad de Amsterdam y la Universidad Tilburg, publicado en el 2014 Psychological Science donde se realiza un análisis bibliográfico de 23 estudios anteriores sobre ésta cuestión.
    Los resultados de este estudio contradicen las actuales teorías dominantes sobre la inteligencia, indicando que la genética tiene un mayor valor debido un homogéneo efecto de la cultura donde se vive, el cual va a potenciar determinados desarrollos que van a mantenerse en el tiempo en un determinado lugar.


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