Juegos de azar: El mundo en el que vivimos es demasiado complejo para ir pensando cada Decisión que tomamos, por ello solemos «simplificarlo» usando unas reglas sencillas.
Los juegos de azar
Seguro que te han contado o has experimentado por tí mismo esa sensación de tener una buena o mala racha, por lo cual uno espera que le vaya todo bien, si has alcanzado tus objetivos y metas, y en cambio si no te ha ido bien hasta ahora, esperas precisamente que siga así de mal las cosas.
Hasta ahora estas «creencias irracionales» sobre el futuro no habían podido ser explicadas del todo bien, pues parece «lógico» pensar que si en el ámbito laboral, de amistad o familiar «te va bien» pues te siga yendo bien, y si te va mal, te siga yendo mal.
Algunos autores lo han explicado debido al efecto de la «profecía autocumplida», esto es, tal y como pensemos de nuestras posibilidades y deseos, así conseguiremos, y es precisamente ahí donde hacen tanto hincapié los libros de autoauyuda, intentando modificar nuestras creencias sobre nosotros mismos y nuestras limitaciones, es decir, tratan de cambiar «nuestra profecía» y con ello nuestro futuro.
¿Pero qué sucede ante una situación de azar?, si tomamos por ejemplo un juego de cartas o la ruleta, donde no existe una «memoria» sobre la que sustentarse, es decir, el resultado es independiente de lo que hayas logrado o perdido con anterioridad, a pesar de lo cual, y de ser un juego de azar, seguimos manteniendo «creencias falsas» sobre nuestro futuro desempeño.
Todas estas preguntas han abierto las puertas a una reciente rama de la psicología, la del juego, que trata de conocer cómo nos comportamos, ya no sólo en los casinos o ante los juegos de azar, si no a la hora de tomar decisiones, según el grado de «riesgo» que somos capaces de asumir, información muy útil para otras ramas como el marketing, o la psicología social, pero ¿Existe la buena racha en los juegos de azar?
La buena racha
Precisamente a ésta preguntas planteas responde afirmativamente un reciente estudio realizado por la Escuela Universitaria de Londres publicado en Cognition .
En éste se extrajeron los resultados partida a partida de un año de 776 jugadores de una empresa de juegos de azar online.
Teniendo en cuenta que los juegos de azar, son al azar, la probabilidad de ganar dos veces, tres veces, cuatro veces seguidas,… va reduciéndose a medida que se an sucediendo las partidas, pero igualmente la posibilidad de perder dos veces, tres veces, cuatro veces seguidas,… aunque siguen una progresión parecida, siguiendo las leyes de la probabilidad.
Los datos constatan que los resultados previos generan creencias «falsas» sobre nuestras habilidades y capacidades en los juegos de azar, lo que nos va a llevar a adoptar decisiones erróneas en función de la probabilidad real del éxito. Permitiendo que quien va ganando crea que «tiene la suerte de su lado» y que va a seguir ganando, algo que a cada jugada, su probabilidad de éxito va cayendo empicado, es decir, matemáticamente es relativamente fácil ganar una vez, un poco más difícil hacerlo dos veces seguidas, tres… un sueño, cuatro… casi imposible,…
Cómo funciona nuestra mente cuando es desafiada por un juego de azar #psicologia Https://t.co/1XNpzsr44r vía @abc_es
— Rocío Medina ψ (@MpPsicologa) 26 de octubre de 2015
Lo mismo sucede con «los perdedores», es decir, aquellas personas que han «probado el fracaso» una y otra vez, tienen la creencia de «estar gafados» y no ser capaces de tener éxito, a pesar de que en ésta ocasión tienen las probabilidades de su lado, es decir, matemáticamente es relativamente fácil perder una vez, un poco más difícil hacerlo dos veces seguidas, tres… una pesadilla, cuatro… casi imposible,…
A pesar de lo que indica las leyes de la probabilidad matemática, las personas nos seguimos rigiendo por nuestras «propias leyes» que como vemos son bastante «erróneas» en lo que a juegos de azar se refiere.
El estudio indica la importancia de estos resultados para comprender la «lógica financiera» de profesionales como brokers, que arriesgan el dinero de otro, en función de sus «falsas creencias», lo que pone en riesgo el éxito de sus operaciones.