Cuando uno se siente mal, por sufrir una enfermedad crónica, va a provocar en su estado de ánimo pudiendo llevarle a sufrir una depresión.
La relación entre la salud física y la mental hace tiempo que dejó de estar en discusión. Cuando la persona sufre un mal físico, va a tener un efecto directo sobre su estado de ánimo, y este sobre el resto de los ámbitos de la persona, incluida su forma de relacionarse consigo mismo y con los demás.
Pero cuando aparecen los síntomas de la depresión la situación empeora, ya que los efectos que estos tienen sobre la salud son importantes, al reducir la calidad de vida de la persona, con una disminución del estado de ánimo, pero también del sistema inmunitario, lo que permite entrar al paciente en un círculo vicioso.
Cuanto peor está físicamente, peor se siente psicológicamente, y cuantos más síntomas depresivos y más graves son, su cuerpo va a responder peor y por tanto en vez de facilitar la recuperación va a perjudicarla.
Las consecuencias de este círculo vicioso es un agravamiento de la sintomatología, empeorando la calidad de vida de la persona, haciendo que sea menos tolerante a lo que le sucede y con ello que tenga un peor pronóstico, en comparación con otra persona que no tenga asociado estos síntomas depresivos.
De ahí la importancia de detectar los primeros síntomas de la depresión, para poderlo tratarlos para que no avancen. Una de las dificultades al respecto es precisamente en el tratamiento, ya que en ocasiones el farmacológico es incompatible con la enfermedad crónica, por lo que habrá que centrarse exclusivamente en el psicológico, pero ¿Cuántas personas que sufren una enfermedad crónica tienen depresión?
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Esto es precisamente lo que tratar de dar respuesta con una investigación el Departamento de Enfermería de Salud Comunitaria, Colegio Universitario Al Farabi; la Facultad de Enfermería, la Universidad de Jordania; la Faculta de Enfermería, Universidad del Rey Saud y el Centro de Cáncer del Rey Hussein (Jordania) recientemente publicado en el 2014 en la revista científica Psychology.
Para el estudio participaron 806 pacientes, el 45% mujeres y el resto hombres. Todos ellos venían padeciendo una enfermedad crónica como mínimo desde los seis últimos meses, ya fuesen estas una diabetes tipo II, artritis reumatoide, enfermedades cardiovasculares, cáncer o enfermedades pulmonares.
Se excluyeron del estudio quienes ya tenían historial de problemas de salud mental previos.
Se emplearon seis cuestionarios previamente traducidos al árabe, el Multidimensional Scale of Perceived Social Support para analizar la percepción de apoyo social de los pacientes, el Beck Depression Inventory-II (BDI-II) para evaluar la presencia de síntomas depresivos, el Psychological Stress Measure (PSM) para evaluar los niveles de ansiedad, el COPE Inventory para evaluar el manejo del estrés, el Life Orientation Test (LOT-R) para los niveles de optimismo y el Satisfaction with Life Scale para los niveles de satisfacción con su vida.
Los resultados indican la mitad de los pacientes con enfermedades crónicas muestran síntomas depresivos, de ellos el 27% son leves y el 31% moderados.
Igualmente estos pacientes muestran bajos niveles de optimismo en la mitad de los casos, con una habilidad moderada para el manejo del estrés, a pesar de lo cual cuentan con niveles elevados de satisfacción con su vida, niveles moderados de estrés, y bajos niveles de percepción de apoyo social.
Hay que recordar que estos resultados han sido obtenidos mediante cuestionario contestado por los propios pacientes, de ahí que algunos resultados sean mejores de lo que cabría esperar como con la satisfacción de la vida o los niveles de estrés.
Una de las limitaciones del estudio es precisamente la población objeto de estudio, es decir, únicamente se tuvieron en cuenta los pacientes de una población muy concreta como eran los habitantes de Jordania, un pueblo con una cultura, religión e idiosincrasia muy particular, lo que hace se precise de nueva investigación al respecto para poder comprobar si los resultados se mantienen en otras poblaciones.
Igualmente el haber reunido dentro del grupo de pacientes con diagnósticos de enfermedades graves tan dispares, y con tan diverso pronóstico, como el de diabetes junto con el de cáncer, puede haber afectado a los resultados.
Sería mejor escoger un único grupo de enfermos crónicos y observar el número de ellos que padecen síntomas depresivos, ya que la información obtenida al respeco tendría mayor validez ecológica.