Una de las mayores dificultades de la práctica clínica es la presencia de dos trastornos a la vez.
La comorbilidad no solo Hace que el paciente sienta más síntomaS, al sumar los provocados por cada uno de los trastornos que vive, sino que en ocasiones interactúan y modifican.
Si ya es difícil para la persona «convivir» con la enfermedad y conseguir superarlo, cuando se presenta la comorbilidad es aún más complicado.
Lo primero que hay que hacer, una vez evaluado correctamente, tras detectar la presencia de ambos, es establecer una prioridad en cuanto a la gravedad de la sintomatología para así poder decidir cómo intervenir.
De nada sirve, por ejemplo, intervenir en un trastorno si la persona está bajo los efectos del alcohol debido a su adicción; habrá primeramente que tratar esta adicción, y cuando esté «limpio» se podrá intervenir en su problema para que pueda solucionarlo.
Esta circunstancia, que ya vemos que es desfavorable tanto para la calidad de vida del paciente como para su recuperación, es más frecuente de lo que se suele imaginar, pero ¿Qué consecuencias tiene sufrir TOC y depresión?


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Esto es lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada por el Institute of Psychiatry, Ain Shams University junto con el Departement of Psychiatry, Al-Azhar University (Egypt) cuyos resultados acaban de ser publicados en la revista científica Journal of Depression and Anxiety.
En el estudio participaron setenta y dos adultos entre los 18 a 45 años, todo ellos pacientes diagnosticados con Trastorno Bipolar, confirmado con entrevista clínica al efecto.
A cada uno de estos se les administró la escala estandarizada para evaluar síntomas maníacos Young Mania Rating Scale (YMRS); Beck Depression Inventory (II) para evaluar la presencia de sintomatología depresiva y el Yale-Brown Obsessions and compulsions Scale (Y-BOCS) para evaluar la sintomatología propia del TOC.
Igualmente se recogieron datos sociodemográficos, relativos al ámbito laboral y al consumo de sustancias.
Los resultados indican que El 38,7% de los participantes con Trastorno Bipolar sufrían además TOC; los cuales tenían una tasa de desempleo superior frente a los que no tenían TOC.
Entre Los pensamientos más habituales de quienes sufrían comorbilidad estaban los de contaminación, obsesiones religiosas y de limpieza; y compulsiones relacionadas con contar.


Tal y como señalan los autores, los resultados van en la línea de investigaciones anteriores que señalan una prevalencia de comorbilidad entre el TOC y el Trastorno Bipolar entre un 21%, reduciéndose hasta un 12,2% cuando se trata de un trastorno unipolar.
Una de las limitaciones del estudio es que únicamente se centra en analizar un determinado tipo de trastorno del humor, dejando fuera el análisis de otros tan frecuentes como la depresión.
Por lo que se requiere de nueva investigación para establecer el efecto de la comorbilidad sin la presencia de los episodios maníacos propios del trastorno bipolar.
A pesar de las limitaciones anteriores es importante conocer cómo interactúan estos dos trastornos, en donde no sólo se produce un efecto sumatorio de sus síntomas.
Una vez conocido este perfil es más «fácil» empezar a trabajar sobre todo con el control de los pensamientos intrusivos y la conducta repetitiva de contar.
Por último, resaltar los Problemas de desempleo asociado a padecer esta comorbilidad, lo que no ayuda al paciente a su integración social, por lo que habría que sensibilizar a los gobiernos para que implementasen políticas de empleo orientadas a este colectivo, tal y como se hace ante otros que sufren alguna discapacidad o que tienen especiales dificultades para encontrar trabajo.