Los problemas de sueño pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida, el comportamiento diurno y el funcionamiento cognitivo de las personas con TEA. Abordar estos problemas es crucial para mejorar el bienestar general y el manejo de los síntomas del TEA.

Alteraciones en la melatonina: Muchas personas con TEA tienen niveles irregulares de melatonina, la hormona que regula el ciclo de sueño-vigilia.

Diferencias neurológicas: Las diferencias en la estructura y función cerebral pueden afectar los patrones de sueño.

Ansiedad y estrés: Los altos niveles de ansiedad, comunes en TEA, pueden dificultar la relajación y el sueño.

Medicamentos: Algunos medicamentos usados para tratar síntomas del TEA pueden afectar el sueño como efecto secundario.

Sensibilidad sensorial: La hipersensibilidad a estímulos como la luz o el ruido puede interferir con el sueño.

Ritmo circadiano: Algunas personas con TEA pueden tener dificultades para sincronizar su reloj biológico interno con el ciclo día-noche.

Rutina de sueño: Mantener horarios constantes de acostarse y levantarse, incluso los fines de semana.

Ambiente de sueño: Asegurar que la habitación esté oscura, fresca y tranquila. Considerar el uso de cortinas opacas o antifaces.

Actividad física: El ejercicio regular puede mejorar la calidad del sueño, pero evitar la actividad intensa cerca de la hora de dormir.

Dieta: Evitar cafeína, azúcares y comidas pesadas antes de dormir. Considerar alimentos ricos en triptófano.

Técnicas de relajación: Implementar rutinas de relajación como baños tibios, lectura tranquila o música suave antes de dormir.

Melatonina: En algunos casos, los suplementos de melatonina pueden ser útiles, pero siempre bajo supervisión médica.