Evolución del Concepto de Trastorno Delirante en el DSM y CIE – Línea de Tiempo y Descubrimientos Clave

¡Recuerda! La concepción del Trastorno Delirante ha evolucionado con el tiempo. Según el DSM-5-TR y el CIE-11, el Trastorno Delirante se define ahora con criterios más específicos y actualizados que reflejan un entendimiento más completo del trastorno. Es importante reconocer que la conceptualización del Trastorno Delirante ha cambiado considerablemente a lo largo de los años, como se detalla en el siguiente timeline.

Evolución Interactiva del Concepto de Trastorno Delirante en el DSM y CIE

1952 – DSM-I

No incluye el Trastorno Delirante como categoría específica. Los síntomas similares se clasifican bajo «Reacción paranoide».

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El DSM-I, publicado en 1952, no incluía el Trastorno Delirante como una categoría diagnóstica específica. Los síntomas que hoy asociamos con este trastorno probablemente se clasificaban bajo la categoría de «Reacción paranoide», que formaba parte de los «Trastornos psicóticos». Esta clasificación reflejaba una comprensión limitada de la distinción entre diferentes tipos de trastornos psicóticos. La «Reacción paranoide» se caracterizaba por ideas delirantes de persecución o grandeza, pero no se diferenciaba claramente de otros trastornos psicóticos como la esquizofrenia paranoide.

1967 – CIE-8

Incluye «Estados paranoides» como categoría, pero no distingue claramente el Trastorno Delirante.

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La CIE-8, publicada en 1967, incluía una categoría de «Estados paranoides», pero no distinguía claramente lo que hoy conocemos como Trastorno Delirante. Esta categoría abarcaba una variedad de condiciones caracterizadas por ideas delirantes persistentes, incluyendo lo que más tarde se conocería como paranoia y parafrenia. Sin embargo, la distinción entre estos estados paranoides y otras formas de psicosis, como la esquizofrenia paranoide, no estaba bien definida. Esta clasificación reflejaba la dificultad continua en la conceptualización y diagnóstico de trastornos psicóticos no esquizofrénicos.

1980 – DSM-III

Introduce el «Trastorno paranoide» como categoría diagnóstica específica.

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El DSM-III, publicado en 1980, marcó un avance significativo al introducir el «Trastorno paranoide» como una categoría diagnóstica específica. Este trastorno se caracterizaba por la presencia de un sistema delirante persistente no extraño, en ausencia de otros síntomas psicóticos prominentes. Se diferenciaba de la esquizofrenia por la ausencia de síntomas como alucinaciones, trastorno del pensamiento o afecto inapropiado. El DSM-III también especificó que el funcionamiento, aparte del impacto directo del sistema delirante, no estaba marcadamente deteriorado. Esta inclusión representó un reconocimiento de que algunos trastornos psicóticos no encajaban en las categorías de esquizofrenia o trastornos del estado de ánimo.

1987 – DSM-III-R

Renombra el trastorno como «Trastorno delirante (paranoide)» y refina los criterios.

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El DSM-III-R, publicado en 1987, renombró el trastorno como «Trastorno delirante (paranoide)» y refinó los criterios diagnósticos. Se enfatizó que las ideas delirantes debían ser no extrañas y persistir durante al menos un mes. Se especificaron varios subtipos basados en el contenido predominante de las ideas delirantes: erotomaníaco, de grandeza, celotípico, persecutorio, somático, mixto y no especificado. Esta revisión buscaba mejorar la especificidad del diagnóstico y reconocer la variedad de presentaciones clínicas del trastorno. Se mantuvo la distinción clave con la esquizofrenia, enfatizando la ausencia de otros síntomas psicóticos prominentes y el funcionamiento relativamente preservado fuera del sistema delirante.

1992 – CIE-10

Incluye «Trastorno de ideas delirantes persistentes» como categoría diagnóstica.

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La CIE-10, publicada en 1992, incluyó el «Trastorno de ideas delirantes persistentes» como una categoría diagnóstica específica. Esta clasificación era similar al Trastorno Delirante del DSM. Se caracterizaba por la presencia de ideas delirantes persistentes que no cumplían los criterios para esquizofrenia u otros trastornos psicóticos. La CIE-10 reconoció varios subtipos, incluyendo el trastorno de ideas delirantes, la parafrenia tardía, y la psicosis paranoide. Se enfatizó que las alucinaciones, si estaban presentes, no debían ser prominentes y que el funcionamiento de la personalidad se preservaba fuera del sistema delirante. Esta inclusión reflejó un consenso internacional creciente sobre la necesidad de reconocer estos trastornos como entidades diagnósticas distintas.

1994 – DSM-IV

Mantiene el «Trastorno delirante» con criterios refinados y subtipos específicos.

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El DSM-IV, publicado en 1994, mantuvo el «Trastorno delirante» como una categoría diagnóstica distinta, con criterios refinados. Se requería la presencia de ideas delirantes no extrañas durante al menos un mes, sin otros síntomas psicóticos prominentes. Se mantuvieron los subtipos basados en el contenido de las ideas delirantes (erotomaníaco, de grandeza, celotípico, persecutorio, somático, mixto y no especificado). El DSM-IV enfatizó que el funcionamiento psicosocial no debía estar marcadamente deteriorado, aparte del impacto de las ideas delirantes. También se especificó que la duración total de la enfermedad, incluyendo los pródromos, la fase activa y los residuos, debía ser de al menos 3 meses. Estos criterios buscaban mejorar la validez y fiabilidad del diagnóstico.

2013 – DSM-5

Mantiene el «Trastorno delirante» en el espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.

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El DSM-5, publicado en 2013, mantuvo el «Trastorno delirante» como una categoría diagnóstica distinta dentro del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos. Los criterios básicos permanecieron similares a los del DSM-IV, requiriendo la presencia de una o más ideas delirantes durante al menos un mes. Se mantuvieron los subtipos basados en el contenido de las ideas delirantes. El DSM-5 enfatizó que el impacto de las ideas delirantes o sus ramificaciones no debían afectar significativamente otras áreas del funcionamiento. Se eliminó el criterio de que las ideas delirantes no debían ser «extrañas», reconociendo la dificultad para definir y evaluar la «extrañeza» de manera confiable. Esta revisión buscó mejorar la validez del diagnóstico y reconocer su posición en el continuo de los trastornos psicóticos.

2018 – CIE-11

Incluye el «Trastorno delirante» con criterios similares al DSM-5.

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La CIE-11, publicada en 2018, incluye el «Trastorno delirante» con criterios similares al DSM-5. Se caracteriza por la presencia de ideas delirantes persistentes (durante al menos 3 meses) en ausencia de otros síntomas psicóticos prominentes. La CIE-11 enfatiza que el funcionamiento y el comportamiento no deben estar obviamente deteriorados, excepto como resultado directo de las ideas delirantes. Se reconocen varios tipos de ideas delirantes, incluyendo persecutorias, referenciales, de grandeza, erotomaníacas y otras. Esta clasificación refleja un esfuerzo por armonizar los criterios diagnósticos a nivel internacional y reconocer el trastorno delirante como una entidad clínica distinta dentro del espectro de los trastornos psicóticos.

2022 – DSM-5-TR

Mantiene los criterios del DSM-5 para el Trastorno Delirante con actualizaciones menores en el texto descriptivo.

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El DSM-5-TR, publicado en 2022, mantiene los criterios diagnósticos para el Trastorno Delirante establecidos en el DSM-5. Las actualizaciones fueron principalmente en el texto descriptivo, incorporando nueva investigación sobre prevalencia, factores de riesgo, curso de la enfermedad y consideraciones culturales. Se proporcionó información adicional sobre la presentación del trastorno en diferentes grupos de edad y se enfatizó aún más la importancia de considerar factores contextuales y culturales en el diagnóstico. El DSM-5-TR también reforzó la comprensión del Trastorno Delirante como parte del espectro de trastornos psicóticos, manteniendo su distinción de la esquizofrenia y otros trastornos relacionados. Se incluyó información actualizada sobre tratamientos, enfatizando la importancia de un enfoque que combine intervenciones farmacológicas y psicoterapéuticas. Esta revisión refleja un entendimiento más matizado del trastorno y su relación con otros trastornos psicóticos.

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