Esta terapia se basa en la idea de que la música puede actuar como un puente para la comunicación y la expresión emocional, áreas que a menudo son desafiantes para las personas con TEA. La musicoterapia puede adaptarse a las necesidades individuales de cada persona, aprovechando sus fortalezas e intereses únicos.

Comunicación: La música puede ayudar a desarrollar el lenguaje y la comunicación no verbal.

Habilidades sociales: Las actividades musicales grupales fomentan la interacción y la toma de turnos.

Estimulación cognitiva: La música puede mejorar la atención, la memoria y las habilidades de secuenciación.

Regulación emocional: La música puede ayudar a expresar y manejar emociones de manera saludable.

Coordinación motora: Tocar instrumentos y moverse con la música mejora las habilidades motoras finas y gruesas.

Reducción de ansiedad: La música puede tener un efecto calmante y reducir el estrés.

Improvisación musical: Permite la expresión libre y espontánea a través de la música.

Escucha activa: Fomenta la atención y la comprensión de diferentes elementos musicales.

Interpretación instrumental: Desarrolla habilidades motoras y de coordinación.

Composición de canciones: Estimula la creatividad y la expresión personal.

Movimiento y danza: Mejora la conciencia corporal y la expresión no verbal.

Sincronización rítmica: Ayuda a desarrollar la atención conjunta y la coordinación social.