Evolución Interactiva del Concepto de Trastorno de la Personalidad Dependiente en el DSM y CIE

Evolución Interactiva del Concepto de Trastorno de la Personalidad Dependiente en el DSM y CIE

¡Atención! El Trastorno de la Personalidad Dependiente ha experimentado una evolución significativa en su conceptualización y diagnóstico a lo largo del tiempo. Desde ser considerado un rasgo de carácter hasta ser reconocido como un trastorno de la personalidad específico, la comprensión de este trastorno refleja cambios importantes en la psicología y la psiquiatría, especialmente en relación con las dinámicas interpersonales y la autonomía personal.

1952 – DSM-I

No se menciona específicamente el Trastorno de la Personalidad Dependiente.

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En el DSM-I, publicado en 1952, no existía una categoría específica para el Trastorno de la Personalidad Dependiente. Los rasgos de dependencia se consideraban como parte de otros trastornos de personalidad o como características de ciertos trastornos neuróticos. Esta ausencia reflejaba una comprensión menos diferenciada de los trastornos de la personalidad en general, y los patrones de dependencia se veían más como rasgos de carácter que como un trastorno específico.

1967 – CIE-8

No se reconoce el Trastorno de la Personalidad Dependiente como una entidad diagnóstica separada.

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La CIE-8, publicada en 1967, no incluía una categoría específica para el Trastorno de la Personalidad Dependiente. Los patrones de comportamiento dependiente se consideraban dentro de categorías más amplias de trastornos de la personalidad o como características de otros trastornos. Esta clasificación reflejaba la tendencia de la época a no diferenciar entre distintos tipos específicos de trastornos de la personalidad.

1980 – DSM-III

Se introduce el «Trastorno de la Personalidad Dependiente» como una categoría diagnóstica específica.

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El DSM-III, publicado en 1980, marcó un hito importante al introducir el «Trastorno de la Personalidad Dependiente» como una categoría diagnóstica específica dentro de los trastornos de la personalidad. Esta inclusión reflejó un reconocimiento creciente de que los patrones de dependencia excesiva podían constituir un trastorno de la personalidad distintivo. Los criterios se centraban en comportamientos como la dificultad para tomar decisiones sin el consejo excesivo de otros, la subordinación de las propias necesidades a las de aquellos de quienes se depende, y la dificultad para expresar desacuerdos con otros.

1992 – CIE-10

Se incluye el «Trastorno de la Personalidad Dependiente» como una categoría diagnóstica específica.

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La CIE-10, publicada en 1992, incluyó el «Trastorno de la Personalidad Dependiente» como una categoría diagnóstica específica dentro de los trastornos de la personalidad. Esta clasificación se alineó con el DSM en el reconocimiento de la dependencia excesiva como un patrón distintivo de funcionamiento de la personalidad. Los criterios incluían la tendencia a dejar que otros tomen las decisiones importantes de la vida, subordinación de las propias necesidades a las de otros, reticencia a hacer demandas a las personas de las que se depende, y sentimientos de desamparo cuando se está solo.

1994 – DSM-IV

Se refina el concepto de Trastorno de la Personalidad Dependiente con criterios más detallados.

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El DSM-IV, publicado en 1994, refinó los criterios para el Trastorno de la Personalidad Dependiente. Se mantuvieron los elementos clave de dependencia excesiva y sumisión, pero se añadieron criterios más específicos. Estos incluían la dificultad para expresar desacuerdo por miedo a perder apoyo, la urgencia por buscar nuevas relaciones cuando termina una relación cercana, y la preocupación no realista por ser abandonado. Esta revisión buscaba proporcionar una descripción más precisa y completa del trastorno, facilitando su diagnóstico y diferenciación de otros trastornos de la personalidad.

2013 – DSM-5

Se mantiene el Trastorno de la Personalidad Dependiente con criterios similares, pero se introduce un modelo alternativo de trastornos de la personalidad.

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El DSM-5, publicado en 2013, mantuvo el Trastorno de la Personalidad Dependiente con criterios similares a los del DSM-IV. Sin embargo, introdujo un modelo alternativo de trastornos de la personalidad en la Sección III (para estudio adicional). Este modelo propone una evaluación dimensional de los rasgos de la personalidad y el funcionamiento, donde la dependencia se considera en términos de facetas como la sumisión, la ansiedad por separación y la búsqueda de atención. Aunque este modelo no reemplazó la categoría tradicional, reflejó un movimiento hacia una comprensión más dimensional de los trastornos de la personalidad.

2018 – CIE-11

Se adopta un enfoque dimensional para los trastornos de la personalidad, incluyendo rasgos de dependencia.

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La CIE-11, publicada en 2018, adoptó un enfoque dimensional para los trastornos de la personalidad, alejándose de las categorías discretas. Aunque no mantiene el Trastorno de la Personalidad Dependiente como una categoría específica, los rasgos de dependencia se consideran dentro de un espectro más amplio de funcionamiento de la personalidad. Este enfoque evalúa el grado de severidad del trastorno de la personalidad y luego considera rasgos prominentes, que pueden incluir la dependencia. Esta clasificación refleja un cambio hacia una comprensión más fluida y menos categórica de los patrones de personalidad.

2022 – DSM-5-TR

Mantiene la categoría de Trastorno de la Personalidad Dependiente con actualizaciones menores en el texto.

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El DSM-5-TR, publicado en 2022, mantiene la categoría de Trastorno de la Personalidad Dependiente con criterios similares a los del DSM-5, pero incluye actualizaciones en el texto descriptivo. Esta revisión incorpora nueva investigación sobre la prevalencia, los factores de riesgo y el curso del trastorno. Se proporciona orientación adicional sobre el diagnóstico diferencial, enfatizando la importancia de distinguir el trastorno de patrones culturalmente aceptados de interdependencia. El DSM-5-TR también destaca la necesidad de considerar el contexto cultural y de desarrollo en la evaluación de los patrones de dependencia. Además, se reconoce la posible influencia de factores como el trauma y las experiencias adversas en la infancia en el desarrollo del trastorno, reflejando una comprensión más matizada de su etiología.

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