Evolución Interactiva del Concepto de Trastorno de Conversión en el DSM y CIE

Evolución Interactiva del Concepto de Trastorno de Conversión en el DSM y CIE

¡Atención! El Trastorno de Conversión, también conocido históricamente como histeria, ha experimentado una evolución significativa en su conceptualización y diagnóstico a lo largo del tiempo. Desde ser considerado un fenómeno puramente psicológico hasta ser reconocido como un trastorno complejo con componentes neurológicos y psicológicos, la comprensión del Trastorno de Conversión refleja cambios importantes en la neurociencia y la psiquiatría.

1952 – DSM-I

Se incluye como «Reacción de conversión» dentro de los trastornos psiconeuróticos.

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En el DSM-I, publicado en 1952, el trastorno se clasificó como «Reacción de conversión» dentro de la categoría de trastornos psiconeuróticos. Esta clasificación reflejaba la influencia del pensamiento psicoanalítico, que veía los síntomas de conversión como la expresión física de conflictos psicológicos inconscientes. Se enfatizaba la naturaleza simbólica de los síntomas y su relación con eventos estresantes en la vida del paciente. Esta conceptualización estaba fuertemente influenciada por las teorías de Freud sobre la histeria.

1967 – CIE-8

Se clasifica como «Histeria» con subtipos, incluyendo el tipo de conversión.

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La CIE-8, publicada en 1967, clasificó el trastorno bajo el término más amplio de «Histeria», incluyendo varios subtipos, entre ellos el tipo de conversión. Esta clasificación mantenía la noción de que los síntomas físicos tenían un origen psicológico, pero comenzaba a reconocer la diversidad de presentaciones clínicas. La histeria de conversión se caracterizaba por síntomas físicos que no tenían una base orgánica identificable y que parecían estar relacionados con conflictos psicológicos.

1980 – DSM-III

Se introduce el término «Trastorno de conversión» como una categoría diagnóstica específica.

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El DSM-III, publicado en 1980, marcó un cambio significativo al introducir el «Trastorno de conversión» como una categoría diagnóstica específica dentro de los trastornos somatoformes. Esta clasificación se alejó del término «histeria» y enfatizó criterios diagnósticos más específicos y observables. Se requería que los síntomas no pudieran explicarse por una condición médica conocida y que estuvieran asociados con factores psicológicos. Este cambio reflejaba un intento de hacer el diagnóstico más objetivo y menos dependiente de interpretaciones psicodinámicas.

1992 – CIE-10

Se clasifica como «Trastornos disociativos (de conversión)» dentro de los trastornos neuróticos.

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La CIE-10, publicada en 1992, clasificó el trastorno como «Trastornos disociativos (de conversión)» dentro de la categoría de trastornos neuróticos. Esta clasificación combinaba los conceptos de disociación y conversión, reconociendo la similitud en los mecanismos psicológicos subyacentes. Se enfatizaba la pérdida parcial o completa de la integración normal entre los recuerdos del pasado, la conciencia de la identidad y las sensaciones inmediatas, y el control de los movimientos corporales. Esta conceptualización reflejaba una comprensión más compleja de la interacción entre procesos psicológicos y manifestaciones físicas.

1994 – DSM-IV

Se mantiene como «Trastorno de conversión» con criterios refinados.

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El DSM-IV, publicado en 1994, mantuvo el «Trastorno de conversión» dentro de los trastornos somatoformes, pero refinó los criterios diagnósticos. Se enfatizó la importancia de descartar condiciones médicas y se introdujo el criterio de que los síntomas no debían ser producidos intencionalmente. Se reconoció que los factores psicológicos estaban asociados con el inicio o la exacerbación de los síntomas, pero se eliminó el requisito de identificar un conflicto o estresor específico. Esta revisión reflejaba un enfoque más pragmático y menos teórico en el diagnóstico.

2013 – DSM-5

Se renombra como «Trastorno de síntomas neurológicos funcionales» y se traslada a la categoría de trastornos de síntomas somáticos.

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El DSM-5, publicado en 2013, introdujo cambios significativos. El trastorno se renombró como «Trastorno de síntomas neurológicos funcionales» y se trasladó a la nueva categoría de trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados. Este cambio reflejaba un reconocimiento de la naturaleza neurobiológica del trastorno, alejándose de la dicotomía estricta entre lo «orgánico» y lo «psicológico». Se eliminó el requisito de identificar factores psicológicos asociados, reconociendo que estos no siempre son evidentes. Se enfatizó la importancia de los hallazgos neurológicos positivos (como la distracción) en el diagnóstico, en lugar de basarse únicamente en la exclusión de enfermedades neurológicas.

2018 – CIE-11

Se clasifica como «Trastorno con síntomas neurológicos disociativos» dentro de los trastornos disociativos.

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La CIE-11, publicada en 2018, clasificó el trastorno como «Trastorno con síntomas neurológicos disociativos» dentro de la categoría de trastornos disociativos. Esta clasificación mantiene el vínculo con los procesos disociativos, pero reconoce específicamente la naturaleza neurológica de los síntomas. Se enfatiza que los síntomas son involuntarios y que no pueden ser explicados por una condición médica conocida. La CIE-11 también reconoce la posibilidad de que los síntomas puedan coexistir con condiciones neurológicas. Esta conceptualización refleja un enfoque más integrado, reconociendo tanto los aspectos neurológicos como los psicológicos del trastorno.

2022 – DSM-5-TR

Mantiene la conceptualización del DSM-5 con actualizaciones en el texto y énfasis en la neurobiología.

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El DSM-5-TR, publicado en 2022, mantiene la conceptualización del «Trastorno de síntomas neurológicos funcionales» establecida en el DSM-5, pero incluye actualizaciones en el texto descriptivo y los ejemplos. Esta revisión incorpora nueva investigación sobre la neurobiología del trastorno, enfatizando la interacción compleja entre factores neurológicos y psicológicos. Se proporciona orientación adicional sobre el diagnóstico diferencial, reconociendo la posibilidad de comorbilidad con trastornos neurológicos y psiquiátricos. El DSM-5-TR también destaca la importancia de un enfoque multidisciplinario en el diagnóstico y tratamiento, involucrando tanto a neurólogos como a psiquiatras. Se enfatiza la necesidad de una comunicación cuidadosa del diagnóstico para evitar la estigmatización y promover una alianza terapéutica efectiva.

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