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  • La relación entre el estrés y la PNIE: La salud a juego

    La relación entre el estrés y la PNIE: La salud a juego


    Cada día se descubren nuevos efectos nocivos del estrés crónico. Descubre qué consecuencias tiene sobre tu salud, que puede facilitar la metástasis.

    La relación Mente y Cuerpo

    La relación entre el mundo psíquico y la salud, es de doble vía, es decir, las conexiones entre los sistemas permiten explicar, que si estamos físicamente enfermos, esto nos va a afectar en nuestra forma de pensar y actuar, usando para ello el mismo sistema PsicoNeuroInmunoEndocrino (PNIE). Por lo que es posible afirmar que cualquier alteración en alguno de los sistemas que componen el PNIE va a extenderse como un resorte al resto de los sistemas.
    Un caso prototipo de ello lo encontramos en el estrés; éste, es definido como una reacción natural de defensa del organismo para afrontar una situación en que se requiere una importante demanda. Éstas situaciones denominados estresores o factores estresantes pueden provenir tanto desde el exterior como del interior.

    Los estresores externos, que hacen referencia a elementos individuales como estimulación intensa de luz o sonido; o a situaciones en las que la persona tiene que dar una respuesta lo más rápido y acertada posible, por ejemplo en el caso de un examen.

    Los estresores interiores o psicológicos, que hace referencia a la evaluación personal como estresante o no de las situaciones a las que se tiene que enfrentar. Así, una persona puede considerar estresante y valorarlo como desbordante, una situación en que tiene que dar un discurso frente a un gran público, mientras que para otro no.
    El componente psicológico del estrés se puede modificar, aprendiendo a cambiar la valoración de la situación, por ejemplo pasando de ser agobiante a convertirse en un desafío a superar como parte de su desarrollo profesional. Esta nueva visión de la misma situación, hace que a la hora de afrontarlo, los niveles de estrés psicológicos sean menores y pueda conseguir un mejor resultado en su desempeño.

    La respuesta del estrés

    El estrés, que requiere de una respuesta de acción u omisión por parte de la persona ante una situación amenazante, va a conllevar una serie de respuestas fisiológicas casi de forma inmediata a la aparición de la demanda, entre las que se destacan en:
    El ámbito psicológico, aceleración de pensamiento, que puede llevar confusión e incluso al bloqueo.
    El sistema nervioso se divide, entre sistema nervioso central y el periférico (que conecta el central, con el resto del organismo). Dentro de éste segundo, se puede subdividir a su vez en sistema nervioso somático (encargado de transmitir la información sensorial) y sistema nervioso autonómico (en el que también se producen inervaciones desde el sistema nervioso central, y se encarga de regular los distintos órganos, vísceras, glándulas y musculatura lisa). Dentro del sistema nervioso autonómico se subdivide en sistema simpático y en parasimpático:

    * El sistema simpático, se ve afectado en situaciones de estrés, con un aumento de la frecuencia cardíaca, inhibición de la actividad digestiva, liberación de glucosa por parte del riñón y relajación de la vejiga.

    * El sistema parasimpático, al contrario, se activa en situaciones de relajación lo que conllevará, a una reducción de la de la frecuencia cardíaca, incremento de la actividad digestiva, estimulación de la vesícula biliar y contracción de la vejiga.

    El sistema inmunitario, se produce una reducción de los sistemas no básicos para la respuesta requerida entre ellos una inmunodepresión.

    El sistema endocrino, aumento de niveles de hormonas como encefalinas o catecolaminas, pero especialmente el cortisol, denominado hormona del estrés, que eleva la presión arterial y prepara al organismo para una respuesta de huida o lucha ante una amenaza.


    https://youtu.be/nx1HhrZtelY

    Vídeo Recomendado: Soluciones Médicas: ¿cómo el estrés afecta al sistema inmunológico?

    Como vemos, las situaciones de estrés van a afectar a cada uno de los componentes del PNIE, en preparación de una respuesta rápida y acuciante por parte de la persona, la cual, una vez emitida dicha respuesta y superada la situación de estrés pasa a un estado de “normalidad” donde se recuperan los niveles de actividad de los distintos sistemas implicados.
    Es por ello que el PNIE considera que la enfermedad se genera cuando existe un desajuste en la comunicación entre los sistemas, y no se producen estos cambios continuos de adaptación para con las demandas de cada momento, como en el caso del estrés.


    Un reciente estudio realizado en The Ohio State University publicado en el Journal of Clinical Investigation, demuestra cómo el estrés es capaz de modificar nuestra genética y las consecuencias que ello puede acarrear sobre la salud.
    Es estudio analiza a pacientes oncológicos que padecen cáncer de mama para analizar su evolución en función de un determinado marcador genético denominado AFT3. Las conclusiones a las que llega permite explicar cómo se produce la metástasis del cáncer de mama, debido a elevados niveles de estrés , los cuales van a activar el gen AFT3, lo que va a reducir las defensas del sistema inmune, permitiendo con ello la libre proliferación de las células dañadas. El estudio demuestra el mecanismo por el cual el estrés crónico va a alterar el normal desempeño del sistema inmune mediante la activación del gen AFT3.

  • ¿Cómo relaciona el estrés y la enfermedad psicosomática?

    ¿Cómo relaciona el estrés y la enfermedad psicosomática?

    Persona con dolor de cabeza representando estrés crónico

    ¿Cómo se relacionan el estrés y la enfermedad psicosomática?

    📅 2025⏱️ 12 min🔬 Evidencia científica

    Una mirada más profunda

    El estrés es un sistema adaptativo que al cronificarse actúa como factor etiológico multisistema. Este post resume mecanismos plausibles, hallazgos recientes y líneas de intervención.

    Parte de los “dolores sin causa aparente” se explican por estrés sostenido.

    Impacto corporal

    Impacto del estrés en el cerebro
    El estrés afecta cerebro, digestivo, inmune y más.

    La activación prolongada del eje hipotálamo–hipófisis–adrenal puede traducirse en síntomas múltiples con vías fisiológicas comunes.

    Mecanismos

    Biología molecular del estrés
    Vías neuroendocrinas, inmunes y microbianas.
    • Eje HHA: desregulación de CRH, ACTH y cortisol.
    • Epigenética: expresión de genes como NR3C1.
    • Inflamación baja: IL-6 y PCR elevadas.
    • Eje intestino–cerebro: disbiosis y síntomas funcionales.
    • Psiconeuroinmunología: respuestas inmunes locales.

    Sistemas afectados

    Dato: Detectar patrones mente–cuerpo acelera el abordaje.
    Sistemas corporales afectados por el estrés
    Expresión somática multiorgánica.

    🫀 Cardiovascular

    HTA, taquicardia, mayor riesgo.

    🧠 Nervioso

    Cefalea tensional, migraña, vértigo funcional.

    🍃 Digestivo

    Dispepsia, SII, hipersensibilidad visceral.

    🦴 Musculoesquelético

    Dolor miofascial, contracturas, fibromialgia.

    🫁 Respiratorio

    Asma sensible al estrés, tos funcional.

    🔬 Inmune

    Modulación inflamatoria y brotes.

    👁️ Dermatológico

    Psoriasis, eccema, urticaria.

    ⚖️ Endocrino

    Tiroides, ciclo, metabolismo.

    Estudios

    Estrés y microbioma

    Probióticos moduladores del eje intestino–cerebro reducen síntomas somáticos y marcadores inflamatorios en 12 semanas.

    Epigenética: NR3C1

    Patrones epigenéticos diferencian perfiles somáticos y orientan personalización terapéutica.

    Inflamación de bajo grado

    IL-6 y PCR elevadas se asocian a mayor carga somática.

    Biomarcadores: cortisol y telómeros

    Estrés crónico correlaciona con acortamiento telomérico y más síntomas.

    Estrategias

    Estrategias de manejo del estrés
    Acciones con métricas: HRV, sueño, actividad, dieta.
    • HRV/biofeedback: coherencia cardiorrespiratoria.
    • Terapias con foco somático: TCC somática, ACT.
    • Estilo de vida: ejercicio, dieta mediterránea, sueño.
    • Micro-intervenciones: pausas breves y respiración.
    • Wearables: autorregistro para intervención temprana.

    Reflexión

    Conexión mente–cuerpo
    La competencia interoceptiva se entrena.

    Integrar señales corporales con contexto emocional ayuda a romper ciclos psicosomáticos.

    No es solo la intervención médica. También la narrativa que el cuerpo aprende a sostener.

  • ¿Existe el estrés bueno?,  conoce cómo potenciarlo

    ¿Existe el estrés bueno?, conoce cómo potenciarlo

    Las emociones forman parte de nuestra vida, siendo la de mayor influencia el estrés, ¿en qué consiste es esa influencia?, ¿existe el estrés bueno?

    Existen numerosas situaciones a lo largo del día que requieren de nuestra máxima atención, en la que tenemos que dar la mejor respuesta posible, ya sea por la premura o por tener que atender a varios requerimientos a la vez, estas demandas nos producen estrés.
    El estrés mantenido a medio o largo plazo puede ser nocivo para la salud, es lo que se denomina como distres, pero también existe el estrés “bueno”, es decir, aquel que durante un corto espacio de tiempo potencia nuestras capacidades y nos hace dar respuestas más acertadas en las actividades que se deben desempeñar, a éste segundo tipo de estrés se denomina eustrés.
    Como vemos, el que sea “bueno” o «malo», depende tanto de nuestra valoración psicológica de los acontecimientos y situaciones estresantes como de que estas se mantengan durante un cierto tiempo. Así, una situación valorada como desafiante, pero atractiva como forma de superarse o de “lucirse”, motiva a dar lo mejor de uno mismo, obteniendo éxitos que de otra forma no se alcanzarían; pero si esa situación se mantiene en el tiempo, se produce el agotamiento de los recursos que explicaba Selye en su Sistema General de Adaptación, y con ello dejaría de ser motivador convirtiéndose en a algo “insufrible”, dando el éxito paso a la enfermedad.
    Además el estrés por sí solo puede ser fuente de enfermedades psicológicas, como en el caso de los trastornos de ansiedad, los cuales son un conjunto de trastornos cuya característica principal son niveles elevados de ansiedad y miedo.
    Dentro de ésta categoría tendríamos (según el D.S.M.), el trastorno de angustia, con y sin agorafobia (miedo a lugares de los que no se puede escapar), fobia social y específica, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por estrés agudo o postraumático, trastorno por ansiedad generalizada o inducido por sustancias.



    Como ejemplo del efecto de una situación del estrés, destacamos el trastorno por estrés postraumático, se denomina a éste como un tipo específico de trastorno de ansiedad y se produce cuando una persona se ha visto implicada de forma directa o indirecta en un acontecimiento muy estresante, con amenaza para su integridad; es en estos casos donde se produce un “trauma”, entendido éste como un acontecimiento que la persona es incapaz de asumir.
    Esto va a provocar una serie de síntomas, el más importante de ellos es el revivir aquellos acontecimientos de forma esporádica o en sueños, lo que provoca irritabilidad, insomnio, dificultad para concentrarse; igualmente se presenta un intento de olvidar o negar la situación desencadenante, ya sea evitando hablar de ello o sufriendo amnesias parciales. Se ha podido constatar que en estos pacientes, existe una alteración en el eje Hipotálamo Hipófisis Adrenal (H.H.A.), donde se ha observado una hipersecreción del Hormona Liberadora de Corticotropina (C.R.H.) por parte de la hipófisis, generando mayores niveles de cortisol en el organismo, que una persona no afectada por éste trastorno.
    Como vemos hasta ahora, el estrés es fuente de motivación a corto plazo, pero su permanencia a medio y largo plazo pueden provocar daños generalizados en el organismo, debido al mantenimiento en el tiempo de la activación en los distintos sistemas implicados en el H.H.A., estimulados algunos e inhibidos otros por el sistema simpático; pero también a que dicha situación va a influir también en nuestros relojes internos, con lo que se verían afectadas además, funciones tan importantes como la frecuencia cardíaca, el sueño o incluso la tasa de regeneración celular, lo que podría desencadenar una mayor tendencia a padecer cáncer.
    Además el sistema inmune, que protege al organismo de infecciones externas e internas, es muy sensible a los procesos de estrés; cuando éste se genera, el organismo va a experimentar una inmunodepresión, reduciendo el consumo de estas funciones al mínimo, pero si se mantiene, se daña el sistema.
    Los primeros síntomas de que el sistema inmune no está funcionando correctamente, se pueden observar ante la aparición de síntomas como psoriasis o lupus; pero si no se pone remedio y la situación estresante continúa, no sólo se va a producir una ralentización de los procesos de cicatrización y de recuperación de las heridas que pudiese tener, sino que se deja la “puerta abierta” a todo tipo de infecciones, además de producirse un empeoramiento de los síntomas de las enfermedades autoinmunes, entre ellas la esclerosis múltiple.
    Como vemos el eje H.H.A., nos va a dar la medida de cómo funciona el organismo, si éste funciona correctamente, es decir, si se produce una activación puntual ante situaciones de estrés, la persona va a poder dar la respuesta adecuada al momento, ya sea de escape o de afrontamiento; mientras que si ésta se mantiene en el tiempo, debido a que el estresor sigue presente, se van a empezar a producir fallos en el proceso normal, y con ello se incrementa la probabilidad de sufrir enfermedades psicosomáticas.

  • Influencia del nivel de estrés en el organismo

    Influencia del nivel de estrés en el organismo

    En nuestra vida cotidiana, estamos sometidos a distintos niveles de demanda, ya sea en el trabajo, al ir conduciendo o en la casa; en cada una de estas ocasiones debemos dar respuesta, tratando de hacerlo lo mejor posible, una situación que sin duda nos genera estrés, pero ¿es bueno el estrés?

    Es importante el papel del estrés como preparador de la respuesta, ya sea ésta de escape o para atacar, participando para ello distintos sistemas del organismo, especialmente el sistema autonómico, y en concreto del sistema simpático, con un aumento de las pulsaciones cardíacas, dilatación de la pupila, inhibición de la salivación, relajación de los bronquios, inhibición de la actividad digestiva, estimulando la liberación de glucosas por el hígado, aumentando la secreción de adrenalina y noradrenalina por el riñón, relajando de la vejiga y contrayendo del recto.
    Cuando el agente estresante interno o externo desaparece, el organismo pasa a un estado de relajación, activando los mecanismos contrarios al del estrés, es decir, el sistema inmune se reactiva, el sistema endocrino deja de segregar adrenalina, el sistema simpático deja paso a la activación del parasimpático con un retardo de las pulsaciones cardíacas, contrayendo la pupila, estimulando la salivación, contrayendo los bronquios, estimulando la actividad digestiva y la vesícula biliar, contrayendo la vejiga y relajando el recto.
    El eje hipotalámico hipofiso adrenal (H.H.A.) hace referencia a un conjunto de sistemas neuroendocrinos que se activan ante la presencia del estrés, en éste participa el hipotálamo, la glándula pituitaria (ambos en el cerebro) y la glándula suprarrenal (en los riñones). Su función es la de regulación de sistemas tan dispares como el inmune, el digestivo o el de las emociones.
    La hipófisis va a producir la hormona liberadora de corticotropina (C.R.H.) y vasopresina; que en la pituitaria va a producir corticotropina (A.C.T.H.): que trasportada en la sangre, en la glándula suprarrenal va a provocar la secreción de glucocorticoides, un corticoide conocido como la hormona del estrés que va a afectar a gran parte del organismo en preparación para la respuesta del estrés.
    Este mecanismo de H.H.A., va a formar parte de lo que se denomina como Sistema General de Adaptación de Selye que divide las situaciones de estrés en tres etapas:
    – Reacción de Alarma, desde el momento en que se produce el estímulo o la situación estresante, el organismo se ha de preparar para responder.
    – Resistencia o Adaptación, en ésta fase se pone en marcha el mecanismo H.H.A., para dar respuesta a la demanda estresante; si ésta desaparece, el organismo tenderá a una “desactivación” producida por un mecanismo de retroalimentación negativa, que emplea la misma vía H.H.A., de forma que el cortisol de las glándulas suprarrenales inhibirá la producción de C.R.H. de la hipófisis y con ello desactivará el eje H.H.A., recuperando así los niveles basales previos a la aparición del estrés.



    En cambio si el estímulo estresante se mantiene, el organismo pasará a la siguiente fase.
    – Agotamiento, los recursos del cuerpo son limitados, y están disponibles por un escaso tiempo, pasado el cual se produce un agotamiento de los mismos, así como del estado de tensión que lo origina. Éste agotamiento, va a traer toda una serie de consecuencias en los distintos sistemas implicados que pueden llevar a la persona a enfermar.
    Un estrés a medio plazo va a tener una serie de consecuencias, como dolores musculares, alteración del sueño y del estado de ánimo e inmunodeficiencia.
    Un estrés crónico en cambio va a provocar efectos más graves, siendo el responsable de:
    – Alteraciones digestivas que pueden acarrear úlceras y diarreas.
    – Obesidad por el aumento de apetito y con ello se incrementa la posibilidad de padecer diabetes.
    – Debilitamiento del sistema inmune, estando más expuesto a infecciones y resfriados.
    – Pérdida de memoria, de motivación, sueño, alteración del estado de ánimo.
    – Aumento de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca, acumulación de colesterol y triglicéridos en sangre, con aumento de riesgo de padecer enfermedades cardíacas y derrames.
    A nivel psicológico además va a acrecentar los síntomas de determinados trastornos psicológicos, como en el caso del trastorno de esquizofrenia donde a mayores niveles de estrés, mayor expresión de síntomas psicóticos; y en personas normales, la toxicidad de niveles elevados de cortisol en el cerebro de forma aguda, conlleva la afectación de determinadas estructuras neuronales que va a repercutir en un peor desempeño cognitivo, como en el caso del hipocampo, necesario para el establecimiento de nuevos aprendizajes y la recuperación del material memorizado.