¿Qué consecuencias tiene vivir con padres con depresión?

La salud física y mental de los menores depende mucho de la influencia del ambiente, especialmente de su progenitores, pero ¿Qué pasa si hay padres con depresión?

La depresión de los padres

La familia, ha sido tradicionalmente el núcleo de desarrollo del pequeño, tanto de su forma de sentir, pensar y actuar, ayudándolo así a conformar su personalidad. Los progenitores y cuidadores tienen así un papel fundamental en el futuro del pequeño. En el caso específico de la depresión se ha observado cómo este tiene una incidencia cada vez mayor entre los adolescentes, consecuencias que transcienden los problemas de salud mental, y que se asocian con un incremento de consumo de sustancias adictivas e incluso comportamiento que atentan contra la propia integridad del joven, es por ello que se realizan esfuerzos por tratar de prevenir su aparición incluso antes de que surja, especialmente en el núcleo familiar.
Existen muchas teorías que tratan de explicar si existe o no relación entre la depresión de los progenitores y la de los adolescentes, buscando para ello causas genéticas, de desarrollo o ambientales, aunque no se tiene claro el porcentaje que cada una de estas teorías explicativas tienen al respecto, pero ¿Qué consecuencias tiene tener padres con depresión?

Herencia de la Depresión

Esto es precisamente lo que trata de investigar con una investigación realizada desde el Centro de Estudios de la Mujer, Universidad de Wellesley; el Departamento de Psiquiatría, Hospital Infantil de Boston y el Colegio de Salud Pública Bloomberg (EE.UU.) cuyos resultados han sido recientemente publicados en el 2015 en la revista científica Depression Research and Treatment.
En el estudio participaron 105 familias incluidas monoparentales, todos ellos con hijos entre los 8 y los 15 años.
Al menos uno de los progenitores había sufrido un episodio depresivo en los últimos 18 meses. Se excluyeron de estudio a las personas que además mostraban conductas adictivas, esquizofrenia o crisis matrimoniales severas, variables que podrían enrarecer los resultados.
Se evaluó la salud mental de los menores a través del cuestionarios estandarizados como fueron el Schedule for Affective Disorders and Schizophrenia for School-Age Children, Epidemiologic Version-Revised (Kiddie-SADS-E-R) y el Kiddie-Streamlined Longitudinal Interval
Continuation Evaluation (KSLICE), esta evaluación se realizó antes y después de la intervención.
Igualmente se evaluó la conciencia y sus sentimientos sobre la depresión de sus padres a través de Youth Self-Report (YSR) y la Semistructured Child Interview (SCI).
A los padres por su parte se les administraron los cuestionarios Stream lined Longitudinal Interval Continuation Evaluation (SLICE) y el Global Assessment Scale (GAS) para ver cómo progresaba la enfermedad.
Todos los participantes pasaron por sesiones de intervención donde se trabajaba la comunicación entre padres e hijos, facilitando la expresión de los sentimientos de ambos, y la comprensión de la situación por la que atravesaban los padres, evitando en todo caso los sentimientos de culpa.
Los resultados informan que el cambio de comportamiento de los adolescentes está directamente relacionado con sus actitudes hacia la depresión de sus padres. Igualmente se llevaban una intervención exclusivamente con los progenitores para enseñarles cómo su comportamiento tiene consecuencias futuras en los más jóvenes, para que tomen conciencia y puedan actuar al respecto.
La intervención resultó significativamente más positiva entre los progenitores más jóvenes, las madres solteras, y los que llevaban más tiempo con este trastorno del estado de ánimo.
No mostrándose mejoras significativas en aquellas parejas en que ambos miembros padecían depresión.

Depresión madre

Los resultados destacan la importancia de la intervención temprana tanto en los adolescentes como en sus progenitores como forma de prevención de problemas de salud mental de los jóvenes.
Según indican los autores, estos estudios abren una puerta de esperanza a la prevención de muchas de las problemáticas que van a surgir durante la adolescencia como consecuencia del padecimiento de este trastorno del estado de ánimo por parte de los progenitores.
A pesar de los resultados positivos, el estudio no ha contemplado un grupo control, por lo que no se puede concluir que los resultados positivos se deban exclusivamente a los efectos de la intervención.
Tal y como comentan los autores, el 93% de los progenitores eran de raza blanca, por lo que los resultados no se pueden extender a toda la población, igualmente no el estudio no se menciona ningún dato referente a modelos educativos e incluso religiosos que pueden afectar en el modo de desarrollo de la familia, y por tanto en las consecuencias de la depresión de los padres en los menores.
Este estudio pone en evidencia la importancia de una intervención familiar en el caso de la presencia de un trastorno por depresión mayor, ya que la consecuencias van más allá de la persona afectada, siendo un «ejemplo» para los menores en desarrollo.
Queda excluido de esta investigación un aspecto importante dentro de este ámbito como es el caso de la depresión post-parto, que tiene una relación directa con la calidad del cuidado y la atención que va a recibir el neonato en sus primeros meses de vida.