¿Cómo afecta el estigma social a la obesidad?


El estigma social recoge las opiniones más o menos generalizadas de desaprobación.

Estigma Social

Estos estigmas pueden darse ante cualquier características física o psicológica, aunque suelen centrarse en las minorías, los elementos más destacados o «diferentes».
Desde la psicología social, el estigma social es un componente de identidad y unidad del grupo frente «a los otros», lo que puede provocar situaciones de racismo o discriminación.
Las psicopatologías, adicciones e incluso enfermedades físicas pueden convertirse en «centro» del estigma social y motivo de burla y desprecio, algo que no hace si no «minar» las posibilidades de integración, propiciando los sentimientos de aislamiento y con ello de baja autoestima entre quien lo padece, pero ¿Cómo afecta el estigma social a la obesidad?

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Estigma social y obesidad

Esto es lo que ha tratado de averiguarse con una investigación realizada desde la Universidad de Connecticut (EE.UU.) cuyos resultados se han publicado en el 2017 en la revista científica Health Psychology.
En el estudio participaron novecientos doce adultos, con edades comprendidas entre los 25 y los 56 años, de los cuales el 53,9% eran mujeres.
Todos ellos respondieron al Survey Sampling International donde se les preguntaba sobre su peso, género, altura, etnia, nivel educativo, además de si se sentían estigmatizados por su obesidad, en qué situaciones y cómo habían sentido ese estigma, los problemas de salud que tenían, la presencia de sintomatología depresiva, salud mental, autoestima y la frecuencia en que realizaban dietas entre otras.


Consecuencias del estigma social en la obesidad

Los resultados muestran que aquellos que sentían mayor grado de estigma social también mostraban mayores niveles de sintomatología depresiva, con puntuaciones más bajas de bienestar general y de autoestima, con una mayor presencia de inicios de dietas pero esto sólo se halló entre las personas con sobrepeso que no hacían nada por superar su situación.
En cambio aquellos que tenían sobrepeso pero que mostraban un esfuerzo por mantener hábitos saludables de vida a pesar de sufrir el mismo estigma social mostraban menos sintomatologías depresiva, una mejor salud física, bienestar psicológico y autoestima, y realizaban dietas con mayor frecuencia.
Hay que destacar que los datos anteriores se basan únicamente en las respuestas de los participantes, y no así en un seguimiento para comprobar si las respuestas se correspondían con la realidad o no.
Igualmente no se realizó ningún análisis basado en el género, a pesar de tener casi la mitad de los participantes de cada género.
A pesar de las limitaciones anteriores, la forma de afrontar el problema persona, en este caso la obesidad, va a determinar cómo se va a sentir la persona, a pesar del estigma social, que es el mismo para todos los obesos.
Es por ello, que las estrategias de intervención en este colectivo no se tendría que limitar a llevar una vida saludable, donde se incluyese dietas, ejercicios y otras recomendaciones, si no que además debería de incluir la atención de aspectos psicológicos, con los que compensar los efectos negativos del estigma social, favoreciendo estrategias de afrontamiento adecuadas.