¿Es adecuado el ejercicio físico para el autismo?

Una reciente investigación realiza un meta análisis sobre la efectividad de programas de intervención mediante ejercicio físico en los menores con autismo.
El incremento del conocimiento de la Trastorno del Espectro Autista, ayuda, no sólo a comprender cómo y por qué se produce, sino sobre todo, y lo más importante a desarrollar nuevas técnicas de intervención eficaz, las cuales deben de ser validadas para su incorporación en los programas de entrenamiento con estos menores.

Ejercicio físico en el autismo

Cuando el profesional de la salud se enfrenta a la tarea de decidir “por dónde empezar” a intervenir, tiene que priorizar entre las habilidades o capacidades más afectadas o entre aquellas más necesarias para llevar una vida lo más normal posible.
Una decisión que en ocasiones lleva a postergar la intervención de otras habilidades no tan “necesarias “o imprescindibles, pero igualmente importantes para el desarrollo normal del menor. No se puede entrenar todo a la vez, y menos con menores que muestran dificultades a la hora de aprender nuevas habilidades y conductas.

En el caso concreto del Trastorno del Espectro Autista, se suele priorizar por la incorporación de una intervención dirigida a mejorar el área más afectada, el de la comunicación, entrenando la comprensión y expresión de palabras, para poder así dirigirse a otros para pedir lo que requiere, o entender instrucciones breves y concisas de los demás, dejando para un “segundo momento” de la intervención el fomentar la autonomía personal.
Para los padres, cualquier avance es bien acogido, aunque entienden que en muchos casos la “recuperación total” del nivel al de sus compañeros es imposible, cualquier paso que se vaya dando en la buena dirección se ve como un verdadero logro del pequeño.

Pero alrededor de estas áreas principales de intervención se están experimentando nuevas intervenciones que buscan paliar el retraso en el desarrollo mostrado en otras áreas, como el del movimiento, pero ¿Es adecuado el ejercicio físico en el autismo?

Gimansia y autismo

Esto es precisamente lo que trata de explorarse desde la Universidad Batista de Hong Kong (China), cuyos resultados han sido recientemente publicados en la revista científica International Journal of Learning and Teaching.
En esta ocasión se trata de un metaestudio que se realiza analizando los resultados de otros realizados con anterioridad. En concreto se emplearon las bases de datos científicas MEDLINE/PubMed, EBSCOhost, ProQuest, Scopus, y Web of Science, para los términos en inglés de, Autismo, TEA, Asperger, Trastorno del Espectro Autista; y combinándolos con las salidas de los términos, actividad, aerobic, fitness, andar, gimnasia, nadar, ejercicio físico, deporte y actividad física.
De los 325 estudios potenciales realizado entre 2004 y 2014 únicamente se seleccionaron por criterios de calidad ocho estudios, todos ellos tenían en común que analizaban los efectos positivos o no de la incorporación del ejercicio físico como intervención terapéutica en pequeños diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista, evaluando su impacto en tres dominios, desempeño en los ejercicios, aptitud física y competencia social.
Los resultados muestran que la intervención con ejercicios físicos en menores diagnosticados con TEA, aumentan positivamente los dominios de desempeño en los ejercicios, y competencia social, pero no el de aptitud física.


Ejercicio y autismo

Hay que tener en cuenta que no se trata de una investigación con pequeños afectados con el Trastorno del Espectro Autista, sino únicamente una revisión bibliográfica de los estudios realizados con estos.
Tal y como indican los autores, ocho estudios son pocos para poder establecer una conclusión al respecto, a pesar de lo cual los beneficios parecen ser consistentes, por lo que sugieren realizar nuevas investigaciones al respecto.

Dicho lo cual, el ejercicio físico, moderado y supervisado, parece ser positivo para estos pequeños, además de favorecer de competencias no evaluadas en estos estudios, como es ayudar a la autoregulación de las emociones, además de reforzar el seguimiento de instrucciones.
No se trata pues de que los pequeños brinquen o corran simplemente, sino que realicen ejercicios de coordinación, con atención a la respiración y a las sensaciones que van teniendo, a la vez que mantienen la atención a las indicaciones.