¿Qué se puede hacer cuando se tiene un pequeño problemático?

Para los padres un índice de que todo va bien es precisamente el buen ambiente familiar que se mantiene, si éste se enrarece o se estropea se debe de intervenir.
Una de las consultas más recurrentes de los padres al orientador de la escuela, o incluso al psicólogo es cuando tiene un hijo pequeño o en edad adolescente y éste empieza a dar tantos problemas que se hace difícil la convivencia.
Los padres en ocasiones han ido permitiendo pequeños desagravios y conductas que van desde el capricho hasta casi la insolencia, y todo ello lo han asumido de forma callada, esperando que con el tiempo el pequeño recapacite y mejore su comportamiento.
Pero lejos de mejorar, cuando un pequeño ha optado por un comportamiento disruptivo, ya se en sus demandas que pueden llegar a ser exigencias, e incluso en ocasiones a producirse agresiones verbales y físicas contra sus progenitores para hacer lo que quiera.
Este comportamiento desadaptativos no sólo va a afectar a la relación con sus padres, si no también con el resto de sus compañeros de clase y por supuesto, se va a ver reflejado en una caída drástica del rendimiento académico, entre otros motivos por las continuas ausencias a clases e incluso por el abandono escolar.
Esto va a ser fuente de estrés dentro de la unidad familiar, que si bien es difícil criar un hijo adolescente, debido a sus cambios de humor provocados por la «tormenta hormonal» que sufre, propia de su edad de desarrollo, ahora además se deben de enfrentar a un problema añadido.
Seguramente habrá podido entender que se habla de un problema tan cercano como el de su localidad, pero el siguiente estudio está realizado en Japón, debido a un incremento de casos de niños problemáticos y de sus desastrosas consecuencias, ¿Pero hay solución ante estos comportamientos inadecuados y desadaptativos de los jóvenes?

Esto a esta cuestión a la que trata de dar respuesta desde el Hospital para niños problemáticos de Ibaraki, la Universidad Tsukuba y la Universidad Internaciónal de Tsukuba, según un estudio recientemente publicado en Journal of Psychological Abnormalities in Children.
Para ello los autores del estudio van a poner a prueba una técnica que surgió a finales de los años 90 y que se ha mostrado muy eficaz en otras tipo de intervenciones con jóvenes, está técnica se denomina de Triple P, y hace referencia al Programa Parental Positivo.
Con la intervención de la Triple P se modifica la forma de interacción de la familia, cambiándola por otra basada en los principios del aprendizaje social, en donde se modifican las capacidades y conocimientos de los padres con el objetivo de reducir los problemas emocionales y de comportamiento de los más jóvenes.
El estudio se realizó con 54 participantes, hijos entre 2 y 12 años que mostraban problemas de comportamiento, y que había sido objeto de consulta en el hospital.
Las madres de estos pequeños fueron entrenados con la Triple P, siguiendo los cinco fases de la técnica.
Se realizaron seis medidas, sobre el comportamiento del pequeño, sobre el estilo parental, sobre los niveles de estrés-depresión de la familia, el nivel de conflictividad familiar, la satisfacción y los datos demográficos, todas estas se llevaron a cabo en tres momentos diferentes, una previa a la intervención, otra a los 3 meses y la última a los 6 para evaluar la estabilidad en el tiempo de los efectos del tratamiento.
Los resultados muestran una mejora significativa en el ámbito emocional y en el comportamiento de los pequeños, lo que se ha traducido en una reducción del nivel de estrés-depresión percibido en la familia debido a una reducción de la conflictividad familiar.
Pero lo más importante del estudio es que estos resultados positivos se mantienen incluso pasado seis meses de la intervención, por lo que se pueden considerar cambios estables en el tiempo.
Entre las limitaciones del estudio está el bajo número de participantes, así como el carácter de un grupo control de comparación. Igualmente el haber realizado la intervención Triple P exclusivamente en madre, no permite extrapolar los resultados a todos los casos, ni siquiera a las familias monoparentales.